183. Casa de ladrillo
La casa, construida en una parcela cualificada por los destacados pinos de su esquina nordeste y por la silenciosa cercanía del Monte del Pardo en su cara norte, se organiza a partir de la construcción de tres volúmenes independientes: el volumen cúbico de la vivienda, un bloque lineal destinado a aparcamiento cubierto —en cuya cubierta se sitúa un mirador sobre el Pardo—, y un pequeño cenador cubierto por una pérgola.
Los tres volúmenes estructuran los espacios ajardinados en cuatro bandas diferenciadas: la banda de acceso —con la enigmática presencia de los altos pinos—; un patio ajardinado, situado entre la vivienda y el mirador —que habilita el acceso a la vivienda—; una amplia pradera, con la pérgola al fondo —profusamente rodeada de arbolado—; y el área de la piscina, situada en un nivel inferior del jardín para garantizar la intimidad de los bañistas.
El volumen cúbico de la vivienda, organizado con un sistema de tres grandes huecos por planta, se despliega en tres niveles: la planta superior, que recoge los dormitorios de la familia; la planta baja, en la que se sitúan las zonas comunes; y la planta inferior, que con un amplio patio inglés arbolado incluye las dependencias auxiliares.
La planta cuadrada de la vivienda se estructura a partir de una forma en cruz que acoge las comunicaciones verticales y horizontales, mientras las habitaciones se ubican en los cuadrados de las esquinas.
Los paramentos exteriores se construyen de ladrillo artesanal de color arena, rejuntado con mortero de cal, mientras que los vierteaguas, cornisas y otros remates se materializan con piedra berroqueña de la Sierra de Madrid. Por último, los paramentos interiores se realizan con jabelga y paneles de madera de roble; y los pavimentos, continuos y de color arena, con cemento blanco y arena local.